Infinita es la distancia y cual las calles, vuelve de atrás hacia adelante y sin pararse, se hace arterias de ciudades, atajos, montes, valles y postales bajo los embarques. Comarcas pobres, pasajes galantes, estepas y fuentes termales donde se aprende a extrañar a quien nos ame con arte. Se destierra, se bifurca, gira, cruza y se contrae. Y en las esquinas y parques de los más recónditos lares, se aclimata en El Jardín de los Azares, sin posarse. De oro se suma al que parte y llega a donde los impares, han extirpado diamantes de rosales.
Y han fabricado estandartes atando espinas sin guantes y fundiéndolas en aroma de azahares, hasta que cambien de fase y se vean tarde. Como una carta que absorbe si la abren, con sellos y estampillas de pintares, colmando el viento de aire y distribuyendo paisajes sin quejarse, que algún turista de viajes cual buen altruista del traje, dejó en un pueblo de antes; y que hasta el presente se abstrae para encontrarle. Y decirle que el recado que le dieron, cual Quinto Designio de sus Pares, es que nunca dejarán de amarle.
– Aunque por la ruta cambien y al desvío vean sirenas, manantiales, dátiles endulzando los Oasis, guitarras por los portales y tragalenguas salvajes, que atrapan labios besándose.
― ¡Pues por donde comience el debate y azul sangre, vuelven atrás los pensares…!
Verde como la clorofila es la Esperanza enjaulada en El Jardín de los Azares, lleva impregnada una llama que de los gajos emana encendiendole los copos a los arboles. Sus alas penan de gracia porque hasta el fuego le escapa sin que ella pueda hacer nada, ni soltarse. Se viera bien liberada de la ceniza en que arde, pero la estampa en que gana la contare en otro instante, cuando le crezcan las garras; y se convierta en un Águila, que se defienda y ataque. Pues no hay corona dorada, que no se gane en combates, revelándose.
– Sin querer hablar de jaulas, ya se han roto las más grandes, e imaginen que la de la Esperanza no resistió los embates y terminó en los pajares, olvidada; y sin usarse allá arde.
– Por cierto hablando de Águilas, estas tienen alas grandes, plumas, pico y amistades por iguales..; y en El Jardín de los Azares, se cultiva lo que se aclimate, para no morir de hambre.
― ¡Pues cual Quinto Designio de los Pares, derivar a la fatalidad porque esta atrae, matará la libertad sin encontrarle; y quien con brújula ande, hará camino hasta que su numero cale!
– Cortando para no atrasarse y evitando los pesares, aunque para luego guarde el estandarte, aunque el asado huela a carne..; y el amor nos traiga aromas de azahares…
― ¡Cual Quinto Designio de los Pares, encontrados en El Jardín de los Azares, sin buscarse!
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