Hay alguien que vive dentro de aquí adentro donde me he metido,
al espíritu del vino, del cigarrillo y del niño que remplazó el
jovenzuelo que un día partió de su pueblo sin decirlo. De ese hombre
que he asumido como espectro de mi cuerpo, que porta las ideas
que tengo y las transmite hacia oídos; describiendo lo que pienso.
Bordando motivos con verbos claros-nítidos…
Del poeta adolorido porque ha sacado de un hueco el pecho herido,
ensangrentado y arrítmico, pero retando los celos de sus enemigos
y críticos. Y lo he jurado creyéndolo y sin secretos, pues quien no
teme no hace meritos; y quien es serio, no entra en juegos. Pues
perdido el respeto ecléctico, se da cabida a lo amnésico y al miedo.
Y todo queda en los recuerdos de momentos, reprimiendo
carcomidos, deprimidos y malcomiendo sufrimientos pendencieros
y desdeño. Qué moribundos y etéreos, se dislocan pereciendo en
duelo eterno con el tiempo. Corriendo, cayendo y yendo, apurados
y lentos; sudorosos como nervios resecos y pudriendo en el olvido.
Dentro de mis profundos adentros en deshielo; cual resucitado olivo.
Visualizo dedo a dedo y todo veo, los riñones apresados por los
huesos, orinando en un alero. Al estomago altanero que pide
tragarse un cetro, a las arterias y venas en destierro, enlutadas por
lamentos y bajas de peso. Salto y me inmolo en el fuego de mis
años que arden viejos; y como una vela me enciendo recorriéndolos.
Y voy y vengo y regreso; y hasta dormido me quedo descubriendo.
Calmo un por ciento al talento, palpo las grietas del cielo, pinto
mi amuleto en lienzo y lo describo completo. Las ventanas de una
alcoba que recuerdo me hacen pensar a unos versos. Un esqueleto
desnudo y sediento destila su fragancia ante el espejo, contra mi
alma; y unos labios se ensalivan ebrios, en mi tintero de invierno.
Lo demás no se los cuento, pues los secretos dan deseos…
Estoy parado en el centro de mis sesos, reflexionando con ellos;
y aún bullendo, dentro de mis profundos adentros en deshielo.
Y no todo lo veo negro sumergiendo, pues la vela guía al velero
percibiendo, el buen rumbo cuando el mar marea revuelto…
Me quedaría un año entero aquí viviendo, apretado contra el
pecho y con sentimientos queriendo. Olvidando aquel adiós de
sueños bohemios, suturando cicatrices que se abrieron; dando
risa y sin pesarme, sonriendo. Aquí me pasaría el invierno bajo
lluvias de consuelos; con razón a la consciencia convenciendo…
Disipado en un silencio placentero; y en el sereno misterio…
¡De mis profundos adentros en deshielo!
Mi nombre es Rafael Antonio Cantero Suárez, alias Tony. Nacido en la vieja Villa de Trinidad, Cuba, el 26 de junio de 1970, hijo de una maestra y un decorador, la madre razón y el padre lógica, y para más hermano de una capricornio del alma que ya me las ha perdonado todas. Por lo que hoy debo más que nunca antes… Respeto y valor para presentarme como soy, sin complejos destructivos ni delirios excesivos que me hagan morir de rabia, de envidia o de pesadillas. Y de verdad que lo siento pero nadie debería dejarse desestabilizar ni siquiera el más mínimo de los sentidos. Y en esto, si me leen, pienso que al final estaremos más o menos todos de acuerdo, y así yo lo estaré conmigo y con ustedes al mismo tiempo y en casi todos los sentidos.
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La literatura es la mentira en la que más creo.
Ya sabes q me gusta mucho todo lo q escribes…..te sigo bs
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Muchas gracias Herminia, te deseo un muy felíz fin de finde… besos, Tony!!!
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