Un botón de rosa blanca se estremeció en sus entrañas, viendo a Dulcinea sin ropas que a Don Quijote desnudaba bajo un Molino hecho en yaguas de unas palmas reposadas que hay al borde de la playa, donde un día se bañaba.
Y se abrió en pétalos grandes abiertos como miradas. Y gritó que el tiempo es todo y la esperanza es mañana que por el futuro anda, pasado en casas reclaman presentes llenos de gozo; para que el sueño no parta.
Que si la confianza se acaba y quejamos por estorbos, la sombra de nuestros demonios se despertará en madrugadas, asustada en color rojo. Y se despojó del lodo de su paso por las cañadas que pasan por detrás del pueblo…
Donde se hundió en los rezos mórbidos de las miradas atusadas que lo juzgaron sin ser oro. Y luego me contó esta historia vana que quizás le sirva a muchos que piensan que el amor es bobo, o que se hace el tonto cuando calla…
El la beso como a un loco que no tiene miedo a nada, y le confesó que un sordo escucha más que Sancho Panza, es por eso que vive solo y que no tiene amante ni nada; porque cuando la soledad desgarra, en silencio todo acaba…
Ella lo miró acalorada y le limpió su cara pálida, le dijo escucha a quien habla y no le vires la cara hasta que no se oigan palabras. Y admite que mi olor a algas te desvive las entrañas, y te llena el cielo de sabia.
Y allá adentro si me engañas se quedaran tus tomentos, dando gritos, todos histéricos; y derramando lamentos por donde quiera que vallas. Allá adentro si lo escuchas, sentirás el zureo de tórtolas que se debaten orgásmicas.
Yo sobre ti enamorada me despeinaré mis cabellos, ebria de amor y de ganas. Y gritaré que te quiero vestida de blanco velo como una joven que se casa; y que gime antes de tocar el cetro, para irse al hartar colmada.
Será la voz de mi alma que vendrá a ti embelesada después de una batalla cárnica; a decirte que te ama, abierta como rosa blanca.
Y el botón de rosa blanca que escuchaba sin quererlo, se abrió en pétalos al cielo después de aquella tarde mágica, en que fue testigo discreto de una ruda batalla cárnica, entre dos que quedaron ilesos…
Don Quijote y su bella amada, Dulcinea la esperanza…
Y al final los vio desnudos, los dos locos de contento como un jarrón que hace aguas bajo un molino de viento. Que delirio el que se hicieron al borde de aquella playa encantada, sobre una yaguas borrachas…
Olvidándose de Sancho Panza, que estaba solo en su casa. Los dos locos de contento, tomando sol sin lamentos bajo unas palmas reposadas que hay al borde de la playa, donde el botón se bañaba cuando descubrió la magia.
Y vio sus pétalos mundanos abiertos grandes y con barbas, y su corola extasiada con la fragancia de su alma. Y el botón de rosa blanca tuvo una vida bien larga, plantado entre hierbas verdes; lejos de miradas que matan y de hojas secas por rabia.
Y ahora anda orondo por el pueblo, contando a todos el cuento y buscándose una enamorada por cada florería que pasa.
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La literatura es la mentira en la que más creo.
Genio!
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Gracias, saludos, Tony!!
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