La vi llegar sonriendo a un bar abierto a los sueños que hay allá por Barrio Trampas, amarrados sus cabellos montaban raudos la Rampa y se hacían un moño en el cielo. La rosa roja en su pecho y mis enredos de marras con nuestra estrella se fueron cuando ella entró sonriendo. Buscando un amante nuevo que le hiciera olvidar los sufrimientos y los tormentos vividos.
Y ahora la luna se escapa loca por bailar parrandas en una noche sin fueros…
Llegó con su velo blanco sobre la espalda tirado, y el alma encinta de brillo como el bombillo del techo que le alumbraba el camino. Y entre aplausos desvelada por la magia de un concierto que en aquel bar comenzaba, una media noche de julio.
Le hizo a su pareja un guiño con sus castañuelas torneadas y con la cola de su vestido rojinegro que por el piso hacia círculos. Luego la vi acalorada bailando oronda flamenco, marcando con un paso inverso como concha bajo el agua. Se le veía encantada como si hubiera visto al genio de la lámpara de Aladino… Y al final pidió un bolero para bailarlo en silencio, sola con ella y sufriendo, con su cuerpo envuelto en fuegos, loca con ellos bebiendo como lámpara de techo…
La aplaudieron sin quererlo los que por allí la vieron, cuando movía su esqueleto y se incurvaba sus huesos haciendo arcos y círculos. Pero lo mejor fue en el suelo, pues sus pies abrían caminos con su taconeo perfecto sobre tablas de maestro. A contratiempo, a paso abierto y sin miedo. Y vi a las damas en celo viéndola ondular discreto, lanzando una mirada al techo. No fue fácil y lo advierto. Yo me vi por todo aquello lanzándome un reto nuevo:
Describir su taconeo, mientras bailaba flamenco.
Un abanico andariego merodeaba el firmamento. Un trago de no me acuerdo entre palabras y pesos, tacones altos en vuelo y un vestido de concierto dado por bardos y genios; con sus guitarras y cueros, entonando cantos ebrios. Y yo la vi sonriendo anclar su mirada a puerto, de ellos de aquellos y de esos. Y a mí me tiró un señuelo con su pañuelo indiscreto, como bandera de juegos que ondeaba en un bar de histérico situado en el barrio viejo. Como besos si hablo de ello, como el taconeo perfecto que ella marcaba a lo lejos…
Con su cintura un nos vemos le lanzó a mi pensamiento, y yo lo capté sincero. Con sus caderas un vuelvo para bailar en tus versos, con su moño un hasta luego; con su vestido un te tengo y no me perderé tus cuentos.
Como besos si hablo de ellos, como susurros de ensueño; como en versos si lo cuento.
Volvió y se sentó a mí a mi lado y pidió un trago sedienta al final de su concierto. Me vi en un vaso sin hielo, me vi perdido en su cuerpo. Y vi a las damas aplaudiendo y a sus maridos en celos y odiándome con el pensamiento. Y ella se vio conmigo, se vio bailando en silencio un bolero hecho con versos… Y vi un flamenco trigueño que se había soltado el cabello ondulando a contratiempo. La vi conmigo durmiendo cuando hasta su diván nos fuimos, y ella se fundió en mis dedos con los delirios que hicimos…
Y yo me perdí en su universo bailando a un ritmo frenético, cuando ondulaba su cuerpo, atrás, adelante y al medio. Y jugando la seguí con mis dedos mientras imaginaba estos versos, no lo niego, no pude pegar ni un ojo en medio de aquel aguacero. Pues me había lanzado el reto de anotar lo que ahora leen, antes de que me hechizara en serio; el verbo, el pecho y el cielo. Con su besos si hablo de ellos, que con mis dedos gimieron; como mis vellos morenos erizados por sus aliento…
Recuerdo que me marché contento al amanecer del día nuevo, encantado de haberla visto en aquel bar del barrio viejo, por donde anduve bebiendo, en un verano de esos en que hasta el cayo me vuelvo. Y hoy aún recuerdo su vestido nuevo, negro y rojo, y largo como su esqueleto. Y blanco como un trueno en celos que en el cielo da un concierto, bordado por costureros. Recuerdo aquel velo nuevo que al caer le cubría el pecho. Como versos si recito, como esta prosa en flamenco que me sirve de testigo; como el taconeo perfecto que me marcó haciendo señuelos.
Y su abanico andariego merodeando mí firmamento, quisiera volver a verlo bajando la rampa en peso; y entre calores ardiendo, buscando un amante nuevo. Y ver mis sueños cumplidos, y a ella vivir mis delirios fundida de lleno en ellos, leyendo estos mismos versos nostálgicos y faltas de brillo que le dediqué con cariño al llegar al extranjero. Recordando lo que hicimos, y los besos que nos dimos. Pido verla haciendo círculos con su vestido tan lindo, y ondulando por el suelo con los susurros descritos mientras bailaba sonriente, entre mis dedos divinos…
En sus fuegos si hablo de ellos; y aquí la cuento gimiendo…
Con esta prosa que es testigo de aquel encuentro fortuito en un bar del barrio viejo, por donde anduve bebiendo. Frente a la Rampa recuerdo, ebrios de trampas y juegos, locos de amor y delirios. Quiero encontrar mi destino donde la vi un día de eso en que al pasado me vuelvo, para cumplir la esperanza de volverla a ver de nuevo bailando un bolero en versos.
Quiero perderme en un sueño que me lleve hasta allá lejos; y su bandera de juegos verla ondear con desatino en el mismo bar histérico. Allá por el barrio viejo quiero perderme bebiendo con la que bailó estos versos…
Con sus besos si hablo de ellos, con el taconeo perfecto que me marcó a cuerpo entero. Como sueños si los vivo, y al pellizcarme despierto sus hombros frente a los míos. Como susurros viajeros, ebrios de ardor y de ritmo, como flamencos en cuero encantados al movernos, como en estos mismos versos. Como estos si recito, como el hechizo divino en el que me dejó metido.
Pic. Caya Modèle Pro by Ariel Arias.
Mi nombre es Rafael Antonio Cantero Suárez, alias Tony. Nacido en la vieja Villa de Trinidad, Cuba, el 26 de junio de 1970, hijo de una maestra y un decorador, la madre razón y el padre lógica, y para más hermano de una capricornio del alma que ya me las ha perdonado todas. Por lo que hoy debo más que nunca antes… Respeto y valor para presentarme como soy, sin complejos destructivos ni delirios excesivos que me hagan morir de rabia, de envidia o de pesadillas. Y de verdad que lo siento pero nadie debería dejarse desestabilizar ni siquiera el más mínimo de los sentidos. Y en esto, si me leen, pienso que al final estaremos más o menos todos de acuerdo, y así yo lo estaré conmigo y con ustedes al mismo tiempo y en casi todos los sentidos.
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Escritor y Director de cine. Llevo 14 años escribiendo narrativa en este blog. Si pueden firmen y compartan change.org/gualicho Además de Seré Nada, encontrarán en este blog mis novelas Intransparente, Suerte al zombi, El nombre del pueblo, mis poemas y el libro de cuentos Los tendederos. Gracias por leerme.
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